"Los hombres no tienen ningún secreto. Hay que creer que tienen uno, pero, en el fondo, una vida no oculta nada. A fin de cuentas todo se ve, es decepcionante. Todo el problema consiste en creerse que queda un misterio."

viernes, 15 de noviembre de 2013

Ferdinand, de Louis Zukofsky

Éste es uno de esos libros a los que se llega por casualidad, como a casi todas las cosas buenas de la vida, y debido a ello, el impacto que me ha causado su lectura, ha sido poderosamente significativo. Louis Zukovsky es un maestro de las letras, del arte de escribir, embolicar y expresar. Creo que totalmente desconocido en la Península, a día de hoy, claro, si todo lo que ha escrito es de la misma calidad (técnica y artística), debería tener un mucho mayor reconocimiento y no quedar sepultado en la desmemoria de la sociedad. Yo, desde luego, recomiendo su lectura fervientemente. Dicho lo cual, es difícil explicar el hipnotismo que provoca Zukovsky, su prosa es como una bruma que envuelve y hechiza; suave, embelesadora, y al mismo tiempo aturrulladora, dispersa, misteriosa; es capaz de pasar de la reflexión concreta a la ambigüedad romántica y esquiva en la misma frase, el mismo párrafo; es como si fuese dando saltos de aquí para allá, sin brusquedad, con levedad y delicadeza, transportando al lector junto a su relato, salpicado de disgresiones y reflexiones acerca de la vida (niñez, familia, guerra, amistad, etc.), poderosas imágenes que se forman inevitablemente en la mente del receptor, sensaciones que experimenta y transmite el protagonista con el narrador como intermediario. Se pasa del tiempo preciso al más inconcreto y difuso, uno parece anclado en la cabina de un barco que navega apaciblemente sobre el cielo, no quiere despegar los ojos de la seductora prosa, ni desea alterar la mente de la mágica atmósfera en la que el autor le ha inmiscuido.


"-Supongo que la consideración de la vida pasada, de la vida de cualquiera se resume en esto: todo lo que se aparta del proyecto de uno es una maldita pérdida de tiempo, salvo cuando se trata de una pausa que nos hace menos solitarios. Conozco un hombre de más de ochenta años que aún sigue trabajando y cuyos designios se polarizaban en la familia. Lo triste es que apenas dispone de una pausa, Me refiero a que las riñas de sus hijos y su observación divertida de las excentricidades de aquéllos, asó como su madura impotencia le proporcionan poco consuelo, aunque le hacen menos solitario. Pero sigue sustentándoles y cualquier otra tarea le parecería una maldita pérdida de tiempo. Tiene una enorme energía el viejo. Bien podría haber empleado parte de ella en escribir una novela sobre su familia -en un momento quiso hacerlo- pero sabía que no pasaría de un puro sentimentalismo, al menos para él, el pensar en ellos en términos de literatura..."


(Ferdinand - Louis Zukovsky - Trad: Aurora Campos y Juan Antonio Matesanz - Barral editores)

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