Ruth Picardie la va a palmar. Este
libro muestra cómo afrontó un cáncer con metástasis (incurable, terminal) a
través de escogidos emails que manda y recibe en el transcurso de su
enfermedad, y unos artículos que escribió para Observer. En orden
cronológico. Son emails personales y artículos directos: hablamos de una obra
sin artificios. El único que hay es el humor; un humor ácido y a veces
cruel; la única opción para sobrellevar la terrible enfermedad y la muerte
acuciante que acecha a la vuelta de la esquina. Muestra que a pesar de la
enfermedad y la inminente muerte, sigue pensando en las mismas cosas que
podrían considerarse superficiales pero que llenan una vida: sexo, aspecto
físico, complementos y vestimenta, etc. Ocio y socialización. Ironiza con y sobre
todo. A su vez resulta duro. Emociona. Transmite. Es cercana. Un libro que
ayuda a comprender mejor la vida contemporánea... y el golpe que supone la
muerte; añado: vivir sabiendo que te queda poco de vida y que a partir de ahora
vas ir a peor y cuesta abajo. Además, cuando se es joven –32 años- y se tienen
hijo e hija de apenas año y pico. Hace reír y llorar, no obstante la amargura se mantiene en todo momento -no existe escapatoria posible-.
Extracto de email de su amiga
Carrie, 29 de Julio de 1997: “No, No, No, No, No, No, No. Esto no puede
estar pasando, Ruthie. No tengo palabras para expresar lo que he sentido al
recibir tu e-mail, pero, entre otras emociones, hay mucha rabia, mucho llanto y
la sensación de haber sido aplastada. ¿Cómo puede una persona recibir tantas
malas noticias? ¿Cómo la medicina moderna, tradicional o alternativa no pueden
tener ningún remedio para esta enfermedad? No sabes cuánto odio esta
enfermedad. Odio que mueras joven, que te prive de tu futuro con tus hijos y me
prive a mí de mi amiga más leal y querida. Odio que te deje inerme: que te
manipule como una marioneta, y que tú, la señora-Picardie-siempre-controlada,
no puedas controlar nada. Odio que hayas puesto tanto esfuerzo en derrotar esta
enfermedad y que consigas nada, nada en absoluto, a cambio. Odio que ni
siquiera puedas vivir lo que te queda con buena salud. Ojalá pudiera decir algo
positivo acerca de este horror. Pero no puedo. No hay justicia en el mundo y
queda claro que tampoco hay Dios.”
(Antes del adiós - Ruth Picardie - Trad: Cristóbal Pera - Galaxia Gutenberg)
Supongo que eso de mantener la superficialidad depende de cada uno. Tengo un familiar directo que ha tenido una enfermedad muy grave y ha estado a punto de morir, incluso de llegarle a decir el médico que le quedaban unos años de vida, y al final se ha repuesto, y el resultado es todo lo contrario, quiero decir, todo lo superficial e irrelevante desaparece, se la suda todo, se dio cuenta de lo que verdaderamente importa y no se preocupa por tonterías.
ResponderEliminarUna sugerencia: podrías aumentar un poco el tamaño de la letra para que la lectura fuera más cómoda.
Un saludo
Hola Condon, gracias por comentar: referente a tu comentario, en primer lugar, me alegro de que tu familiar se repusiera, al contrario de lo que le ocurrió a la "protagonista" de este libro. En el caso que ocupa, digamos que las cremas hidratantes, las compras compulsivas, etc. fueron una especie de terapia para sobrellevar la enfermedad (y la plausible muerte); si bien también ironizaba sobre su comportamiento. No es tanto que se le de una gran importancia, sino que son cosas que se necesitan para "seguir viviendo" (o para huir de los pensamientos...), aunque cada caso es un mundo. Lo que quería remarcar es que al menos en el caso de Ruth: la enfermedad y la certeza de la muerte no cambiaron las cosas sobre las que pensaba antes de saber que iba a palmarla; el punto de vista probablemente ya que estos actos y el reconocimiento de los propios van ligados a un humor nada autocompasivo.
ResponderEliminarMiraré lo del tamaño de letra.