Estaba sentado en un parque, viendo a las chicas pasar, qué
piernas pensé cuando pasó la maciza rubia, que ya debería rondar los cuarenta y
pico, pero que buena que estaba, pasó por delante de mi cara, se contoneó
provocándome una erección difícil de disimular, porque iba en chándal, pero
principalmente porque tengo un pene gordo y grande, el caso es que el pantalón
le quedaba ceñidísimo en ese culo maduro pero en excelente forma, se notaba que
iba al gimnasio, su culamen era soberbio, respingón, hipnotizante. No pude
sacármelo de la cabeza, ese culo maduro tan bien formado no paraba de
revolotear por mi cabeza, mientras yo estaba con una erección de la ostia, con
ganas de pegar un polvo salvaje precisamente al culo que había pasado hace unos
momentos por delante de mis narices, que había fotografiado con los ojos y no
podía borrar de mi cabeza, ese maravilloso culo de mujer madura, de cuarenta y
pico, probablemente más cercana a la cincuentena, sin duda tenía un pandero
difícil de olvidar: tan bien formado, tan seductor, tan atractivo,... en ese
momento habría dado mi vida por tener ese culo frente a mi polla y clavársela
hasta el fondo, disfrutar como un chaval con zapatillas nuevas de esas caras
que llevan los pijos que están tan en boga, hacérla llegar al orgsamo, bombear
hasta la extenuación, hasta quedarme seco, sin una gota de semen; ese imán que
tiene como trasero seguro que está cotizado, porque yo, que tengo unos cuantos
años menos que la señora portadora del trasero, estaba conmocionado, no, más bien
turbado, ante el impacto de aquel prodigioso cacas, cuyo agujero me imaginaba
taladrando con mi mastín largo y regordete, mientras no podía disimular la
tremenda erección, yo ahí sentado en un banco de un parque público y la gente
mirándome la entrepierna, yo ahí supercachondo sufriendo un orgasmo mental
mientras los demás pasaban por delante a paso veloz con una mezcla de horror y
fascinación ante la emoción que estaba experimentando, y es que no podía parar
de pensar en aquel culo, EL CULO, que había pasado ante mis ojos como si nada
empero ahora ya no podría borrar de mi mente, me imaginaba follando el
agujerito de las admirables nalgotas que se habían incrustado en mi memoria y
el éxtasis volvía a mí, se notaba ya que vestía chándal y mi miembro de tamaño
considerable estaba lo más alzado que nunca ha estado, deseando agarrar el culo
de una cuarentona camino de los cincuenta, cuyo trasero era ineludiblemente
atractivo, me daba lo mismo ser bastante más joven que aquella señora con el
mejor culo jamás visto por mi persona; al lado de ese culo, todas las barbies
se podían ir a la mierda, sí, me quedaba de calle con el culo cuarentón,
extraordinariamente atractivo, que se contoneaba sabiendo que era el culo más
hermoso y al mismo tiempo más turbador existente en el mundo, sabiendo que a su
paso provocaba millares de erecciones de las más variopintas personalidades, y
yo mientras, en el banco del parque, sentado, que no lograba sacarme de la
cabeza la imagen del pandero alejándose de mí tras haberme provocado la
erección más brutal que he experimentado en vida, yo ahí, todo cachondo,
deseando acariciar primero para después agarrar con brusquedad ese pandero,
venerarlo como si del mismísimo Dios, en caso de existir, se tratara, y por
supuesto bombearlo hasta la extenuación, porque ese culo era capaz de soportar
las más intensas acometidas del más grande de los pollones, ése Dios ya habría
recorrido lo suyo y se habría enfrentado a las más diversas vergas, y en cambio
no a la mía, yo que nunca he deseado más meterla en un agujero que en ése,
meterla en el apabullante culo de la casi cincuentona cuyas caderas no tenían
nada que envidiar a las de una veinteañera, con ese culo bien apretado al
pantalón, musculoso, macizo, voluminoso en su justa medida y con forma de manzana,
que me cautivó y me hipnotizó y me hizo llegar al éxtasis supremo sin ni
siquiera tocarme, yo ahí en medio del parque viviendo un orgasmo mental, con
toda la sangre en la base del pene sobresaliendo de los calzoncillos y formando
una tienda de campaña en el pantalón del chándal, lo que habría dado en ese
momento por acometer la sacudida más fiera, con mi gran pene y sus portentosas
caderas, introduciéndolo por el orificio anal que más he deseado en mi vida, y
en cambio estaba sentado en el banco del parque con la cabeza en otra parte,
mientras la gente que pasaba me miraba con horrorizada curiosidad, y yo que no
podía evitar pensar en el maravilloso culo que se había posado ante mis ojos, y
me entraban ganas de percutirlo ininterrumpidamente día y noche, pero el
pandero se esfumó y solo quedaron las imágenes de mi cabeza, imágenes que por
una parte hubiese deseado borrar para dejar de sentir la voluptuosidad que
acompañaba de movimientos bruscos involuntarios, no podía escapar de aquel
trance aunque me invadiera una sensación inconsciente de vergüenza, pero el
éxtasis sin duda nublaba mi consciencia, y yo que no paraba de ver en mi cabeza
ese culo contoneándose frente a mí, y me imaginaba agujereandolo con mi pollón,
y en cambio estaba en el banco del parque, ahora tumbado, moviéndo mis
extremidades descoordinadamente, gozando sólo de imaginarme en situación; y la
gente me miraba y me señalaba entre extrañada y perturbada, mientras yo seguía
pensando en el culo más potente y turbador que había visto en mi vida, y que se
había alejado de mí como una diosa inalcanzable a la que sólo podría venerar
mientras su imagen permaneciera en mi cabeza, las sacudidas de mis extremidades
cada vez eran más notorias y extrañas, la voluptuosidad no me dejaba salir del trance,
mientras, yo ahí, sintiendo infinitas descargas de placer, y eso que por la
mañana me propuse ir al parque para leer el periódico y desentumecer el cuerpo,
quién iba a imaginarse que me encontraría el mejor culo del mundo, que además
me hechizaría y me convertiría en un pseudoepilético de la
voluptuosidad, sí, qué sensaciones era capaz de provocar en mí la mera imagen
del culo más perfecto del mundo, el culo que portaba una cuarentona ya camino
de los cincuenta, con ese pantalón apretado que dejaba ver la rotundidad y
atractivo de éste, ese culazo que me habría encantado llenar de besos y saliva,
para después empuñarlo y proceder sobre él con violencia, no podía quitármelo
de la cabeza mientras me revolvía en el suelo, había encontrado EL CULO, y mientras
permaneciese la nítida imagen de ese culo contoneándose y provocando todos mis
sentidos no podría parar de lanzar alaridos e imprecaciones debido a la
voluptuosidad, había encontrado el pandero más perturbador del mundo y lo había
dejado escapar, pero mientras, su imagen permanecía en mi cabeza y yo rodaba y
me estremecía en el suelo, lanzando sacudidas espontáneas e incontroladas, y mi
gran pene marcándose a través del pantalón de chándal, yo, que había esperado
una mañana apacible y sin complicaciones, me veía inmerso en un éxtasis que no
era capaz de controlar, todo porque había visto pasar ante mis ojos el culo más
bien formado que puedo imaginar, culo cuya dueña probablemente era una
cuarentona camino de los cincuenta, joder qué culo y cómo me hubiera gustado
agujerearlo con mi inmensa verga.
Ni siquiera he podido terminar de leer esto, que es el pedazo de mierda más grande que he visto en mi vida...y es que hasta para ser una mala copia de Bukowski, hay que haberse leído algún libro...experimentación pone en las etiquetas, igual si pones putamierdadetexto se te coloca mejor en google.
ResponderEliminarAgradezco la sinceridad. Ciertamente, tengo que leer muchísimo y ni aún así me da... afortunadamente este es un blog de mierda y sin ninguna pretensión más allá de poner mis propias frikadas, impresiones, pensamientos, citas, escritos y demás. Mañana "habrá que haber" leído un libro menos, espero.
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