2. El doble, de Fiodor Dostoyevski. Lo peor: la prosa; sin ser mala, avanza como a trompicones, abusa de repeticiones, no está pulida. Lo mejor es que el autor logra introducir al lector dentro de la obra: transmite la angustia vital y el patetismo del protagonista, nuestro héroe, Goliadkin. Permite reflexionar sobre la usurpación de identidad, la hipocresía de la sociedad, el conformismo y las vías de escape a la mediocridad, el desdoblamiento de la personalidad y la realidad interpretada a través de la mente (¡la locura!). (Trad: Juan López-Morillas - Alianza Editorial).
3. La rubia del bar, de Raúl Núñez. No soy objetivo con el autor, que me encanta. Realismo (o irrealismo, ¡da lo mismo!) sucio español. Curiosa historia protagonizada por perdedores: el sexo, el amor -o cierto tipo de amor-, el matrimonio, el alcohol, la homosexualidad, la escritura, son temas que están dentro de la obra. Aunque lo que prima es lo contado: se avanza a gran velocidad, logra interesar, divierte. (Anagrama).
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